domingo, 26 de agosto de 2007

ARTICULO DE DANIEL CASSANY SOBRE LA ESCRITURA

ACTITUDES Y VALORES SOBRE LA COMPOSICIÓN ESCRITA[3]

Hoy tenemos el gusto de presentar un artículo de Daniel Cassany, realizado de manera exclusiva para la edición No 40 de la Revista Alegría de Enseñar. Este escritor e investigador español es ampliamente reconocido en nuestro medio por su libro La cocina de la escritura, un manual de redacción que rompe los esquemas con los que se han manejado este tipo de textos. En esta ocasión Cassany presenta algunas de sus tesis fundamentales alrededor de este importante tema y señala algunos consejos prácticos para enseñar a escribir.

El artículo comenta algunas opiniones, creencias y puntos de vista que la sociedad tiene sobre la escritura y que son erróneos, llenas de prejuicios e incluso perjudiciales para la práctica de la composición.


1. LA ESCRITURA COMO TECNOLOGÍA DECADENTE EN EL MUNDO MODERNO

La explosión de los medios de comunicación de masas y especialmente de los canales audiovisuales (telefonía, televisión y radio), inducen a pensar falsamente que la escritura está perdiendo terreno. Los adultos, y también el profesorado, piensan que cada día se escribe y lee menos, que la interacción oral está sustituyendo la escrita (las conversaciones telefónicas a las cartas), que los poderosos medios de comunicación de masas están matando a la escritura y, en definitiva, que lentamente la sociedad está desalfabetizando. El aprendiz todavía percibe con más intensidad esta sensación, siente que lo moderno son los nuevos formatos audiovisuales (TV, cine y videos), mientras que la escritura resulta una tecnología vieja, pasada de moda y con poco futuro. En general, no se escribe hoy menos que ayer, sino que se escribe de manera distinta:

Las necesidades de comunicación escrita de las personas han cambiado. Hoy los adultos escribimos para la familia o los amigos (cartas, diarios íntimos, notas e invitaciones.) y más para el trabajo (informes, proyectos, etc.) y para la formación continuada (resúmenes, comentarios, apuntes, etc.…) Los niños y los jóvenes por lo general sólo escriben en la escuela y escriben textos ( exámenes, apuntes, esquemas, fichas) con características lingüísticas muy particulares: tema especializado, terminología técnica, referencia a otros textos, registro elevado, entre otros. Esta consideración tiene mucha importancia para la enseñanza de la redacción en niveles intermedios y superiores, porque significa que los tipos de textos que tiene que escribir el alumnado y que deberían ser, pues, objeto de enseñanza son los académicos y no los familiares.

También crece el uso de la escritura en el ámbito laboral y en el civil administrativo: la escritura es una forma de desarrollar y regular el trabajo (informes, archivos, actas de reuniones, expedientes, etc.…) y es también una manera de controlar y organizar la sociedad (es la llamada burocracia: instancia, informes, certificados, impresos).

En conjunto, es falso que la escritura está perdiendo importancia, aunque muchas personas tengan esta impresión. Los avances tecnológicos están cambiando los usos comunicativos, pero la escritura continúa siendo un instrumento imprescindible para sobrevivir en la sociedad moderna. El problema radica en la “imagen” que ofrece el centro educativo de la escritura, que resulta notablemente anticuada respecto al uso real extraescolar.
En el aula el aprendiz redacta textos que resultan inútiles para sus necesidades, sobre temas de humanidades, quizás alejados de su interés personal, y además debe hacerlo solo. Con este enfoque no resulta raro que éste crea que la escritura es anticuada y está desconectada de la realidad.

Para seguir siendo útil, la redacción debe adaptarse a los cambios tecnológicos y sociales, que a experimentados la escritura en los últimos años. Deber poner más énfasis en los textos académicos, enfocar la composición como una tarea socializada y cooperativa, y, en definitiva, evolucionar al ritmo que cambia la sociedad. Sólo de este modo el alumnado tendrá la sensación de que está aprendiendo algo actual, aplicable a su realidad.

2. LA ESCRITURA COMO PRÁCTICA HUMANISTICA MISTIFICADA

La sociedad asocia la práctica de la escritura con la creación literaria y con el ámbito de las letras o de las humanidades. El significado que damos a la palabra escritor/a lo demuestra: se refiere a un novelista, a un poeta o quizás mucho menos a un dramaturgo; pero nunca a un científico que escribe artículos en revistas de investigación o de divulgación, a un auditor que elabora informes o a un medico que redacta el protocolo de un enfermo. Esa representación reduccionista e incluso mistificada de la escritura es la causa de varios prejuicios:
- Se olvida que muchos profesionales usan la escritura como instrumento fundamental de su actividad: abogados y jueces que escribe leyes, demandas y sentencias; economistas, informáticos y químicos que escribe informes; administrativos, relacionistas públicos y comerciales que redactan cartas, publicidad, prospectos, etc. También se olvidan las comunicaciones escritas de carácter técnico, científico o comercial, las cuales tienen un papel muy importante en el mundo actual; normas, instrucciones de uso, libros de texto, manuales, cartas comerciales, etc.
- Al ser la escritura una actividad reservada a los literatos, se la percibe con cierta lógica aparente como una actividad artística, que requiere “inspiración” y mucho talento personal. De este modo, se pieza ingenuamente que no se puede enseñar ni aprender a escribir, porque es una especie de don artístico e innato.
- Con la asociación entre escritura y literatura, ésta queda reducida a las formas escritas, a los libros publicados. Se olvida que en sus orígenes la literatura fue oral y que también son literatura, con grados variados de interés y calidad, los cuentos infantiles, las tradiciones orales populares, las películas de cine que tienen una parte verbal o los culebrones de televisión.

En definitiva, esta visión reduccionista de lo que es la escritura transmite de manera socarrona algunos prejuicios que entorpecen el desarrollo de las habilidades escritas, la lectura y la escritura. Muchos estudiantes de ciencias llegan a creer erróneamente que ellos no tienen que estudiar lengua, porque “quiero ser químico” o porque “voy a estudiar medicina” y los profesionales técnicos y científicos no tienen que escribir.


3. LO ESCRITO COMO PRODUCTO ESTÉTICO Y CONCLUSO.

Otra opinión relevante de la escritura es su concepción como producto físico, finito y estético, que implica el desinterés por el proceso dinámico con que se construye. Al contrario, escribir es un proceso complejo que incluye actividades cognitivas y lingüísticas complejas, que se desarrollan desde que surge la primera intensión de escribir hasta que se consigue la versión final. Lo escrito es solo la punta del iceberg, cuya mayor parte de hielo sigue escondido bajo la superficie:

- Los escritores sólo difunden las versiones finales de sus textos y los lectores también se interesan sólo por éstas. Se destruye el material intermedio producido durante la composición (listas, esquemas, borradores, notas, apuntes, correcciones). Se conservan pocos borradores de obras literarias y no existe especial interés por leerlos o estudiarlos. Resulta paradójico destacar que esto no ocurra en otras áreas culturales como la arquitectura, la pintura, la escultura, el teatro, en las que el proceso de elaboración merece atención especial y se conservan las producciones intermedias (planos, maquetas, dibujos, bocetos, grabaciones de ensayos, etc.)

- La consideración social del material intermedio es negativa. Los textos con tachaduras, correcciones o rectificaciones se consideran sucios, torpes e incluso vergonzosos. ¡además de connotar dejadez y poca aplicación por parte del autor!

Los puntos anteriores fomentan la idea de que los escritos publicados no tienen ni tuvieron versiones provisionales intermedias y de que sus autores los generaron de manera espontánea, sin esfuerzo, directamente en su versión conocida. El estudiante raramente tiene la oportunidad de observar un autor en acción, produciendo bocetos, equivocándose, rectificando, etc. Al carecer de modelos reales o verosímiles de composición y al conocer sólo escritos terminados, los estudiantes creen que escribir es como hablar, que corregir un texto es malo, que uno no se puede autocorregir, que debe conseguir su escrito en una única redacción, etc.

4. LA ESCRITURA COMO ACTIVIDAD INDIVIDUAL Y PRIVADA

Suele considerarse que escribir es una actividad fundamentalmente individual y privada, aunque sea la única habilidad lingüística que pueda elaborarse en colectividad y aunque seamos seres sociales y vivamos estructurados en organizaciones (familia, asociaciones, empresas, instituciones, etc.):
- Muchos escritos publicados tienen autoría individual. Eso es corriente en literatura, hasta el punto de que una obra de dos o más autores se considera rara. Pero en el ámbito científico, en el técnico y en el laboral, cada día es más habitual que los textos sean el resultado de la cooperación entre muchas personas especializadas en áreas diferentes.
- La práctica más corriente de la escritura es la aislada y silenciosa. Pervive todavía esa imagen romántica del escritor aislado del mundo, solo, que escribe “a escondidas” de su prójimo, que raramente explica l0o que hace y que destruye sus producciones intermedias cuando termina la versión final. En esta misma línea deben entenderse las reticencias que adolescentes y adultos muestran al tener que comentar un texto de un compañero o al escuchar las opiniones que tienen otros sobre las propias producciones.

Como resultado se cree que en el aprendiz se debe escribir sólo y que es malo que comparta con sus compañeros su activad mental de composición. La voz popular incluso opina que coescribir un texto con otro es una tarea compleja, difícil e incluso “latosa”, por lo que resulta más fácil y rápido hacerlo individualmente.

5. LA SOBREVALORACION DE LA ORTOGRAFÍA

Para que un texto sea válido socialmente debe cumplir varias propiedades lingüísticas: en la superficie debe respetar las convenciones normativas establecidas (ortografía, presentación, etc.),debe usar una estructura gramatical de la lengua y debe tener cohesión; en la profundidad, debe seleccionar la información apropiada (coherencia) para que el propósito comunicativo, debe estructurarla de acuerdo con el tipo de texto y su estructura discursiva (macroestructura y superestructura), o debe usar las fórmulas y las palabras adecuadas a la situación comunicativas (adecuación).

Todas estas propiedades tienen la misma importancia en el texto. Pero el valor social que se atribuye a cada una es distinto. Nos fijamos mucho más ¡a veces únicamente! en la gramática y la ortografía que en el resto de propiedades, a causa de la educación básicamente ortográfica y prescriptiva que recibimos. Por ejemplo las correcciones que realiza el profesorado en le texto del aprendiz suelen referirse en su mayoría a los aspectos superficiales (ortografía, reglas de gramática, interferencias lingüísticas, etc.) y en menos ocasiones a los profundos (selección de datos, estructura).

Esta valoración desequilibrada provoca que el estudiante se preocupe sólo de las cuestiones más superficiales y que desatienda el resto. Tiende a pensar que como el profesor sólo va a corregir las faltas de gramática, que no vale la pena dedicar tiempo a desarrollar el contenido del texto (ideas, estructuras, etc.), porque no los va a tener en cuenta. De esta manera los estudiantes llegan a conseguir escritos muy correctos, pero incoherentes o vacíos.

6. LO ESCRITO COMO TEXTO COMPLEJO

La masificación de la escritura y la historia política y sociocultural de las comunidades hispanas, son posiblemente dos de las causas de que se crea que es mejor un texto complejo y difícil que otro llano y comprensible:

- Nuestra comunidad lingüística está constituida en parte con documentos inaprehensibles para la gran mayoría de la ciudadanía. Muchas personas no entienden las leyes que gobiernan sus vidas, las instrucciones de los aparatos que usan, sus contratos de propiedad y seguros, etc., porque están escritos con la jerga burocrática o técnica, alejada del lenguaje corriente. Aunque estos textos tengan síntesis compleja, terminología especializada, impersonalidad y un grado de abstracción semántica muy alto, que dificulta su comprensión, la ciudadanía cree que es lógico que así sea, puesto que tratan de temas “altos” o “complejos”. Así lo difícil queda legitimado e incluso se convierte en un modelo a seguir.

Está bastante extendida la idea de que lo comprensible y sencillo transmite ideas menos valiosas o poderosas que lo complejo y hasta cierto punto incomprensible. El abuso del discurso críptico o vacío sufrido durante épocas de dictadura de opacidad comunicativa, fomenta que las personas se representen lo ininteligible como probablemente superior a lo accesible.

En el aula, muy pronto el aprendiz se contagia de esta valoración positiva de la dificultad y tiende a escribir con palabras difíciles y construcciones complejas. Así no sólo se complica el autor su propia tarea de escribir, sino que se la complica también al lector, que tendrá más dificultades para comprender algo que posiblemente se hubiera podido expresar de un modo más llano. No hay razón alguna para valorar lo difícil por encima de lo fácil. La lengua es bastante versátil y rica para poder expresar de forma sencilla cualquier significado.

En resumen, podemos concluir que las representaciones que la sociedad ha desarrollado sobre la escritura distan peligrosamente de los usos reales. El redactor tiende a creer que ésta es una tecnología en declive, asociada con el mundo de las letras, que se manifiesta en forma de producto acabado y elaborado con registro elevado y complejo, que elabora individualmente y en privado y que tiene mucho de artístico, en consecuencia, de mágico e inalcanzable. Al contrario, la investigación y la evolución lingüística nos muestran la escritura como una práctica moderna, relacionada con todas las disciplinas del estudio, con una dimensión cognitiva y discursiva importante, que puede acercarse a los usos más generalizados de la lengua y que tiene una parte técnica que puede ser enseñada y aprendida con educación adecuada.

Para terminar acabamos con un decálogo didáctico de la composición que permite fomentar actitudes más positivas hacia ésta:

DECÁLOGO DIDÁCTICO DE LA COMPOSICIÓN

1. EL APRENDIZ ESCRIBE EN CLASE
El docente suele suponer que se emplea mejor el tiempo de la clase explicando reglas gramaticales y estudiando el libro de texto, mientras que la práctica de la composición ¡al ser una tarea individual y silenciosa! puede realizarla el aprendiz en su casa como deberes de la asignatura. De esta forma no sólo impedimos que el sujeto pueda realizar sus procesos de escritura y que aprenda de otros, sino que estigmatizamos la habilidad de escribir con todas las connotaciones negativas (aburrimiento, soledad, obligación) que tienen los deberes.

2. EL APRENDIZ ESCRIBE COOPERATIVAMENTE: COLABORA CON OTROS
Las tareas de escritura deben fomentar la interrelación entre los aprendices. Si aceptamos que el lenguaje es social y que se adquiere y desarrolla a partir de la interacción con la comunidad, las tareas deben fomentar la ayuda entre aprendices. Los compañeros pueden ayudar a un autor aprendiz a buscar ideas, a organizarlas, a revisar los borradores, etc.

3. EL APRENDIZ HABLA DE LO QUE ESCRIBE CON COMPAÑEROS Y DOCENTES
Hablar y escuchar, conversar, interactuar es el principal instrumentos de aprendizaje. La interrelación entre los aprendices y el docente se realiza fundamentalmente con el habla, de modo que de ninguna manera debe prohibirse y reprimirse el habla sobre composición o sobre el escrito. Los coautores o los compañeros pueden intercambiar ideas sobre el texto, su proceso de composición, su planificación, su textualización, etc.

4. EL APRENDIZ LEE LO QUE ESCRIBE, CON OBJETIVOS Y PROCEDIMIENTOS DIVERSOS
La lectura también forma parte del proceso de la escritura. El autor debe leer sus producciones intermedias en clase (esquemas, borradores, revisiones, etc.) con mucha más atención y reflexión de la que utiliza para leer los escritos sociales corrientes: periódicos, libros de texto, cartas. Cuando se lee lo que se está escribiendo, no sólo debe entenderse su significado, sino que debe verificarse que éste concuerde exactamente con el que uno había pensado o deseado que tuviera. La mejor forma de desarrollar las interpretaciones que los autores aprendices hacen de sus propios textos en proceso de composición es hablar de ellas con sus compañeros.

5. EL APRENDIZ TOMA RESPONSABILIDADES SOBRE SU ESCRITO: SE AUTOREGULA
Decidir qué se quiere escribir, cómo se va a escribir, cómo se va a corregir, corregir lo que se escribe, etc., forma parte del proceso de escribir. Las tareas de escritura deben permitir que el aprendiz tome decisiones sobre su escrito. Las consignas excesivamente detalladas lo inhiben de la necesidad de apoderarse del discurso.

6. EL APRENDIZ USA MATERIALES Y RECURSOS CONTEMPORÁNEOS
El aula donde escribe el aprendiz debería disponer de los recursos (diccionarios, gramáticas, enciclopedias, computadores) más corrientes en el uso del escrito social.

7. EL DOCENTE ESCRIBE EN EL AULA: EN PÚBLICO, ANTE LA CLASE, CON EL APRENDIZ
La composición es una actividad fundamentalmente cognitiva, que además de conocimientos requiere técnicas. La mejor manera de aprenderlas es poder “ver” a un experto que las ejemplifica, “participar” con un experto en la producción de un texto en una situación comunicativa real. El docente es el mejor experto que podemos encontrar en el aula y, por esta razón, debe ponerse a escribir con sus estudiantes, escribiendo su propio texto frente a ellos, ejemplificando el funcionamiento de una técnica, ayudando a sus estudiantes a desarrollar su propio texto, etc.

8 EL DOCENTE ACTÚA COMO LECTOR, COLABORADOR, ASESOR, Y NO COMO ÁRBITRO, JUEZ O JEFE.
La mejor ayuda que puede ofrecer el docente al aprendiz de escritura es leer los textos y reaccionar como si fuera un lector experto, explicando al autor lo que entendió, lo que no entendió, las impresiones y las sorpresas que le trajo el proceso de la lectura del texto del estudiante, etc. Este tipo de respuesta o “corrección” resulta mucho más formativa que el ejercicio más directo y opaco de la autoridad (esto está bien, esto está mal), que quizás especifica lo que el estudiante debe hacer, pero no ofrece explicaciones satisfactorias al autor sobre su texto.

9 QUEDA PROHIBIDO TIRAR O DESTRUIR PRODUCTOS INTERMEDIOS
Prestar atención a las producciones intermedias (listas, esquemas, borradores, etc.) fomentar la concepción de que la escritura es mucho más que el producto final, que abarca todo el proceso de elaboración y textualización del significado.

10. ESCRIBIMOS SOBRE TODOS LOS TEMAS PARA HACER Y CONSEGUIR COSAS QUE NOS INTERESEN
La técnica de la escritura abarca todas las materias y todos los rincones de la comunidad humana. Escribir puede ser una forma de elaborar el conocimiento disciplinario, científico y humanista, si se utiliza de modo eficaz siguiendo estos consejos.

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